“Pensar, hablar y obrar fue su hito más trascendente”
Sencillo y profundo. Nada más adecuado como esos dos trazos, desde que son los que mejor rescatan la personalidad del homenajeado, tuvo el acto público que la comunidad universitaria tandilense y de la región dedicara a la memoria de su fundador, maestro Osvaldo Marcelino Zarini, al cumplirse 40 años de su trágica muerte.
Representantes de todos los estamentos del mayor nivel educativo, desde el Rector hasta el no docente, pasando por demás funcionarios, el ex rector Carlos Nicolinni, familiares y compañeros del extinto, amigos y miembros de las instituciones por él creadas durante la gesta por la Universidad, dieron vida a la reunión preparada por el Rectorado y cumplida a la hora 11 en el hall de entrada de calle Pinto 399.
Tras la explicación del porqué la placa alusiva a la fecha se había colocado allí y no en el Memorial que en el Campus recuerda al iniciador ---- “su lugar ha quedado integrado a la Biblioteca Central próxima a inaugurarse, por lo que será trasladado a la Plaza del Campus y recibirá entonces el traslado de esta placa” --- el rector Roberto Tassara improvisó una serie de inteligentes reflexiones “sobre las acciones de Osvaldo que hoy nos llevan a estar aquí”.
Reconoció en primer término la idea fundacional de “pensar, a principios de los años ’60 que Tandil podía tener una Universidad. Esa llama creativa creo que fue lo más valioso, porque no era fácil entonces siquiera pensarlo; sólo a él se le ocurrió llevar adelante esa idea y lo hizo. Fue ése el hito más trascendente de su obra”.
Dibujó Tassara el camino que trazara tal accionar desde el Instituto Universitario, la Universidad de Tandil y que condujera a la ahora Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. “No sólo fue un pensador de la educación en general, sino que además ejecutaba sus ideas en medio de grandes dificultades. Fue una absoluta epopeya de su espíritu creativo y de trabajo que contagiara a los colaboradores que hoy nos acompañan y tantos otros”.
“Tanto es así que Osvaldo empeñó su vida y sus bienes en pos de esta Universidad y hasta llegó a hipotecar su casa para poder financiar su obra. Y todo ad honorem, porque vivía del salario de la escuela secundaria donde ejercía la docencia, haciendo tremendos sacrificios físicos, entregando bienes y vida, siempre acompañado por la heroicidad de sus familiares”.
Luego de recordar otros episodios de la gesta observada por el hoy Rector cuando era estudiante, de acciones de “la Fundación y de la Asociación de Amigos, que lograran que el pueblo de Tandil colaborara con una cuota mensual para poder sostener la Universidad”, agradeció a todos ellos lo hecho”.
Cerró Tassara sus expresiones con una cita del propio Zarini dicha cuando la creación del Instituto: --- “Tenemos aquí contraído un compromiso con el pueblo y esperamos poder responder positivamente a los problemas que emanen de ese compromiso, para que ésta semilla que hoy plantamos en Tandil fructifique y haga reales nuestros sueños”.
Añadió el orador a ello algo de su puño y letra: “Querido Osvaldo: sé que el alcance de tus sueños era casi infinito, pero esta comunidad universitaria que hoy te rinde homenaje te asegura que plantaste una semilla de enorme calidad y de enorme vocación, y por eso podemos estar orgullosos de nuestra Universidad, la que sembraste y soñaste”.
DE LOS COMPAÑEROS DE LUCHA
Invitado a decir unas palabras, la entonces mano derecha del fundador, el profesor Francisco Serrano, recordó episodios salientes de aquella aventura del espíritu llevada adelante junto a Zarini. “Hacía todo tan fácil con la palabra que pronto nos convenció a seguirlo en una epopeya que fue trascendental para la ciudad de Tandil”.
Al nacimiento de las distintas facultades “pudimos comprar, subrepticiamente, el local de Pinto 348 y ahí empezamos a andar un camino guiados por su convencimiento, en una época sumamente difícil, ya que las universidades tradicionales habían absorbido el ejercicio de toda la actividad universitaria del país. Era impensado que una Universidad pudiera establecerse en otro punto. Pero el peso académico alcanzado por nuestro proyecto fue capaz de lograr la conversión en una Universidad Nacional con el Rectorado en Tandil, a pesar de todos los intereses en contra. Y eso se lo debemos a Zarini”, afirmó.
“Todo a fuerza de lucha – enfatizó -- porque él nos inspiró, él nos convenció, y él nos llevó adelante, algo que es necesario que lo sepan todos, y sobre todo los jóvenes que no estuvieron en esta epopeya”.
LA PLACA ALUSIVA
Por último, el Rector, junto a la señora viuda Lidia Pina y los hijos Ricardo y Edligio, procedieron al descubrimiento de la placa que memora los 40 años cumplidos desde la trágica partida accidental del gran hombre.
Una bocanada de aire puro y noble
Satisfactoria en presencias y bella en su espíritu, la reunión dedicada al fundador Osvaldo Marcelino Zarini resumió todos los ingredientes necesarios para calificarla como ejemplar. En todos los alrededor de setenta protagonistas de tal ejercicio de la memoria quedó sellada, seguro, la sensación de haber respirado una sana bocanada de aire. Puro, por su esencia vital, y además noble por el sentido reconocimiento a quien permitiera, con su obra en favor del semejante, gozar la espléndida realidad del presente universitario en Tandil y la región.
Al lado del Rector y familiares del recordado hombre de bien el homenaje agrupó al vicerrector Omar Losardo, secretarios, docentes, no docentes, gremialistas y amigos, algunos venidos especialmente desde otras ciudades. Todos ellos, tras los cálidos aplausos y secadas algunas lágrimas prolongaron la estadía extrayendo algunas anécdotas de los viejos tiempos.
“Paco” Serrano, Marta Hargouas, Quique Dabós, Daniel Eduardo Pérez, los más cercanos discípulos del creador, amén de observadores del brillante entonces agruparon curiosas anécdotas e inolvidables dichos. Hicieron, de la emoción, una tierna antesala de la alegría que siempre despierta un agradecimiento.
Sí, el paso del tiempo reserva los números terminados en cero para una ocasión pública como ésta. Sin embargo, no debería esperarse que transcurra una década más para repetirla. Así debería inspirarlo la necesidad que existe de aprovechar, año tras año, este tipo de mirada hacia atrás en beneficio de las nuevas generaciones que, como la del presente, estarán seguro menesterosas de edificar futuros sobre ejemplos como el zariniano.
Carlos Iparraguirre (Prensa Unicen)