Martes 4 de noviembre de 2014
Tandil

50 años de la Biblioteca Central: Lúcida y tocante recordación

50 años de la Biblioteca Central: Lúcida y tocante recordación
50 años de la Biblioteca Central: Lúcida y tocante recordación
50 años de la Biblioteca Central: Lúcida y tocante recordación
50 años de la Biblioteca Central: Lúcida y tocante recordación
50 años de la Biblioteca Central: Lúcida y tocante recordación
50 años de la Biblioteca Central: Lúcida y tocante recordación
50 años de la Biblioteca Central: Lúcida y tocante recordación

Toda vez que la comunidad universitaria realiza un encuentro recordatorio con aroma zariniano se impregna de emoción. Pero no de la melancólica, que apesumbra, sino de la que comunica lucidez y esperanza en lo que vendrá por ese mismo camino esperanzado que señalan aquellos históricos ejemplos de generosidad que los pioneros cumplieran en beneficio de las generaciones futuras.

            De ahí que esa luz especial tuviera el realizado anoche, pasadas las 19.30 horas en el hall principal de la imponente Biblioteca que pareciera presidir, desde un sitio de privilegio, las construcciones del Campus. Así lo vivieron los presentes, representantes de diversos sectores que dan sentido a la vida universitaria.

          Frente a la mesa principal, a la que se sentaron el vicerrector ingeniero agrónomo azuleño Omar Losardo (el rector Tassara se encontraba de viaje en gestiones capitalinas), la secretaria académica Mabel Pacheco y la directora bibliotecaria licenciada Lucía Leiboff, sobresalieron las figuras de Lidia Pina, señora viuda del fundador de los estudios universitarios en Tandil y la región Osvaldo Marcelino Zarini, su hijo Osvaldo, Zulema Grandinetti ex directora de la Biblioteca durante casi 40 años, el ex profesor Francisco “Paco” Serrano, figura símbolo de la trayectoria de esa casa del libro y Bety Lorenzo, también personalidad histórica de la Universidad.

        Se sumaron el ex rector Carlos Nicolini, otros invitados especiales, investigadores como Carlos Lanusse, profesores de todas las ramas, representantes gremiales encabezados por Juan Loidi, personal íntegro de la Biblioteca, demás no docentes y estudiantes.

EL ACTO ANIVERSARIO

      Bien ordenada, la memoria del acontecimiento institucional nacido el 3 de noviembre de 1964 en calle Pinto 348, con la donación de la biblioteca del propio rector Zarini para que pudiera conseguir personería jurídica, comenzó, tras la lectura de adhesiones, con la entonación de las estrofas del Himno Nacional.

       El primer discurso – todos fueron improvisados, emocionados y breves – lo pronunció la talentosa y joven historiadora María Belén Agostini, quien recordó la docente seriedad ante un error “que imponía la mirada de Serrano: mi primer ejemplo recibido”. Citó la familiaridad hallada en todo el personal, “siempre; antes, con poco espacio en Pinto y Chacabuco, y ahora en este gran espacio tan bien diseñado, con comodidad y luminosidad”.

         “Gracias a todo éste esfuerzo de años “he aprendido la elección colectiva del conocimiento”, concluyó entre otras reflexiones inteligentes.

         Continuó la ceremonia con el corte de cintas inaugurales de la Sala de Lectura Infantil, por parte del Vicerrector y la Directora.

DE LA DIRECTORA

 

           Lucía Leiboff siguió desde el atril, sumida su mente en infinidad de recuerdos y anécdotas que fueron acumulando los años en la sede de la planta baja de Pinto 399, “con los ficheros hechos a mano y con viejas máquinas de escribir”. Más adelante se encargó de ponderar el titánico, por traijinado, esfuerzo de la mudanza al Campus, así como las colaboraciones espontáneas recibidas.

     “En sólo seis días del receso de verano último mudamos todo, algo casi increíble”, acentuó. “Hoy está todo informatizado, con 62.000 libros – al principio de la historia lograron acumularse 3.200 -- al alcance de los estudiantes que le dan un gran uso y una página web con permanente actualización, gozando de espacios llenos de salas, auditóriums y demás salones de planta baja y primer piso”.

           Formuló numerosos agradecimientos, subrayando que “gracias al personal que me acompaña no ha cambiado la calidad humana en la atención. Somos un equipo, como nos enseñara Zulema. Todos trabajamos a la par, igual que en las demás sedes regionales”.

     A sus palabras continuó la exhibición de un completo y bien compaginado video sobre la trayectoria de la Biblioteca, con imágenes y declaraciones.

DE LA SECRETARIA ACADEMICA

       La profesora Pacheco se dedicó en principio a resaltar presencias. La familia Zarini, Zulema Grandinetti, Paco Serrano y otras. Sumó, sintetizando, a los que trabajaron en la mudanza, a Sara Facio, “los especialistas de la obra y a todos los que ayudaron a dar vida a “una construcción conjunta que hoy se disfruta día a día, con una positiva entremezcla de áreas de lectura, todo lo cual significa, para mí, un momento de especial orgullo y reconocimiento”.

ENTREGA DE DISTINCIONES

         Desde la mesa de autoridades las recibieron Bety Lorenzo (“la primera en recepcionar libros donados”), Lidia Pina de Zarini (un ramo de flores), Francisco Serrano, Zulema Grandinetti (primera Directora), Mabel Pacheco (gran apoyo al proyecto), rector Tassara y vicerrector Losardo, secretario general ingeniero Guillermo Corres (los recibió Losardo), Marcelo Artero (avícola Los pinos, que facilitó los cajones para el traslado de libros).

         Además, la directora Actual Leiboff y su personal con más de 20 años de antigüedad: Liliana Varela, Teresita Ferro, Susana Camarzana, Susana Arripe, Andrea Manazoni y Marina Pérez.

INSPIRADO CIERRE

        Una espléndida reflexión del Vicerrector cerró las buenas oratorias. Habló de los tres valores del ejemplo dado por Zarini: “visión, gestos y generosidad”.

         “Sus valores siguen completándose entre nuestra comunidad, siguiendo, por caso, el camino de Zulema, una fiel seguidora de la misión señera. Esta Universidad continuará siendo grande, también por conservar esos tres gestos que, estoy seguro, sabrán seguir las futuras generaciones”.

            Por último, una espléndida actuación de cuatro parejas del Ballet de Tango de la Unicen dirigido por la profesora Roxana Romano precedió al Vino de Honor obsequiado, en el primer piso y con aroma zariniano, a todos los asistentes al histórico acto.

Carlos Iparraguirre (Prensa Unicen)