Viernes 16 de octubre de 2009

De la agradecida remembranza en la UNICEN: herencia y herederos

La pareja de estudiantes entraba el vienes 9 por Pinto a la Universidad rumbo al acto por los 35 años de la nacionalización institucional. Cuando pisaban los escalones de mármol se preguntaron: -- Che…a propósito ¿ sabés quién creó la Universidad; yo no – Yo tampoco…alguna vez lo supe, pero no me acuerdo.
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Aula repleta. Presencias maduras y algunas no tanto. Ambiente respetuoso, de camaradería, unidad familiar, alegre, de participación democrática, herencia reconocida, esfuerzos compartidos, esperanza renovada, fiesta espiritual, de aplauso anticipado, casi como de pueblo presente. Se olía el perfume zariniano.
Allí, desde el retrato de Osvaldo Marcelino Zarini -- maestro dueño de la inquietud creadora -- que preside el Aula Magna bautizada con su nombre, parecían, igual que en la asamblea constitutiva del ´64, brotar sus arengas del ideal universitario llevadas por los cuatro vientos a las barriadas que la hicieran propia y a la región que la abrazara entusiasmada.
Dos presencias, de tanto en tanto, miraban desde la primera fila y de reojo la figura, como escuchándolo otra vez: Lidia Pina, su mujer, y Ricardo, su hijo mayor. Besos, abrazos y manos cálidas estrecharon sus inigualables emociones.
Los discursos pusieron las palabras en el lugar que la trayectoria institucional merecía. Juan Angel Alvarado, con prolija e inteligente brevedad; Carlos Martín Marzoratti, con rigor histórico, y Roberto Tassara las cerró con la generosidad tantas veces esperada de nombrar el luchado origen y luego el esforzado jalón nacional, hundiendo hasta el hueso la emoción para convocar, a la pertenencia, al protagonismo y a la participación en la imparable marcha hacia el futuro.
A medida que se iban entregando los diplomas a docentes y administrativos que siguen en actividad desde el ´74, año del sí legal del Congreso, la nostalgia fue abrazándose con la alegría del hoy. De ahí que al recibirlo Francisco Serrano el aplauso se puso el traje de ovación. Es que además de tratarse de la mano derecha del creador – la izquierda lo era el entonces estudiante Daniel Pérez – "Paco" es el más longevo de los herederos en actividad y, en edad, el que más se aproxima a la que tendría Zarini de no mediar aquel trágico accidente rutero que en el ´73 segara su vida a los sólo 50 años.
En el lunch las sonrisas se hicieron una, transparente y más esperanzada que nunca. Memorias, anécdotas, amistad inquebrantable. Genuina, la gratísima sensación inundaba a herederos de la idealista fortuna del pensamiento inicial, cristalizado en una Universidad orgullosa y reconocida en el país y en el mundo.
En la conciencia de todos los integrantes de la comunidad universitaria presentes, tanto de las unidades académicas tandilenses como Olavarría, Azul y Quequén, llámense autoridades -- Carlos Nicolini fue el único ex rector que pudo acudir -- profesores, investigadores, no docentes, familiares, estudiantes y amigos, quedó y se transmitió el inconfundible sello satisfactorio del deber histórico cumplido.
Una agradecida mirada hacia atrás que renueva energías. En suma, un acto con perfume zariniano que es ejemplo hoy y lo será para todos los tiempos.
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La pareja desanduvo los escalones, contenta por haber participado en la espléndida clase de reconocimiento y fe. --- Bueno, ahora sé quien fundó la Universidad y gracias a quiénes podemos hoy estudiar en ella. --- Sí, a mí también me quedó reclaro; no me olvido más. Suerte que vinimos.

Carlos Iparraguirre (Prensa Unicen)