El estudio de la calidad del agua superficial
En nuestra región, como así también en la mayor parte de nuestro país, el avance de la frontera agrícola, el boom de la soja y la agricultura intensiva han traído aparejados el uso casi indiscriminado de agroquímicos, acelerado los procesos de erosión del suelo y contribuido con la pérdida de biodiversidad, entre otras presiones ambientales. A la contaminación de origen agrícola se suman otras fuentes como son los vertidos domésticos e industriales propios de los centros urbanos y sus alrededores. Aunque la forma de presión antrópica más reconocida sobre los recursos hídricos es por vertidos desde cañerías (efluentes industriales, cloacales, etc), cada vez adquieren mayor importancia las fuentes que se denominan difusas, es decir, no puntuales, donde pueden incluirse no sólo las que provienen de suelos sobre los que se aplican agroquímicos, sino también rellenos sanitarios o vertederos de basura domiciliaria, etc. Todas estas fuentes pueden deteriorar la calidad de las aguas, sean subterráneas o superficiales, por ejemplo, por acción de la escorrentía superficial que arrastra los contaminantes hasta los cuerpos de agua.
La calidad del agua es un concepto relativo al uso que se dará a la misma, por ejemplo el consuntivo humano, el animal, el uso para riego, el uso recreativo, el relacionado con la protección de la vida acuática, etc. La manera tradicional de estudiar la calidad del agua es medir ciertos parámetros (variables físicoquímicas o bacteriológicas) y comparar los resultados con tablas de valores establecidos en normativas. De esta manera se caracteriza la calidad del agua potable, por ejemplo.
Sin embargo estas herramientas a veces resultan insuficientes, en particular con relación a la evaluación del agua superficial. Por ello, una de las líneas de investigación que se desarrollan en el IHLLA está dirigida a estudiar las condiciones ambientales de la cuenca del Arroyo del Azul y en particular la calidad de sus aguas superficiales aplicando otras herramientas además de la comparación con los niveles normativos.
Si bien en el IHLLA desde hace tiempo se realizan análisis fisicoquímicos y microbiológicos de aguas y sedimentos, también se empezó a estudiar el componente biótico, evaluando las características de las comunidades acuáticas que habitan el arroyo (fundamentalmente peces, pero también macroinvertebrados bentónicos, o asociados al fondo). El estudio de las comunidades biológicas puede aportar información relevante para determinar el grado de deterioro del curso de agua complementando lo que revele el estudio de las variables fisicoquímicas y microbiológicas. Este tipo de estudios en el que se evalúa el estado del componente biótico de un recurso hídrico se denomina biomonitoreo y a los organismos o grupos de organismos cuya presencia o ausencia es signo de una buena o mala condición ambiental, se los conoce comúnmente como bioindicadores (por ejemplo, en un tramo perturbado habrá mayor proporción de especies tolerantes y menor proporción de aquellas especies que son sensibles a la contaminación).
Por otro lado, toda la información de las distintas variables analizadas, bióticas y abióticas, puede ser utilizada e integrada en índices de calidad de agua. Estos son herramientas matemáticas donde los términos de la ecuación son las variables medidas y que se encuentran relacionadas mediante alguna operación aritmética. Como resultado arrojan un valor unitario, integrador, que resume o sintetiza toda la información aportada por el conjunto de las variables e informa sobre el grado de deterioro del recurso en forma simple y fácil de interpretar. Al momento existe un índice de calidad de agua especialmente desarrollado para el arroyo del Azul que se basa únicamente en variables fisicoquímicas y microbiológicas, y que ha sido ajustado para aplicarse a distintos sectores de la cuenca. Adicionalmente, se están realizando muestreos de distintos componentes de la biota (básicamente, peces y macroinvertebrados, aunque no se descarta incorporar otros organismos) como bioindicadores para así complementar la evaluación y monitoreo de la calidad de agua a través del desarrollo de índices biológicos y mixtos, estos últimos constituidos por la combinación de variables fisicoquímicas y biológicas.
Otra herramienta de evaluación de la calidad del agua que se aplica en el IHLLA está basada en estudios de riesgo por exposición a sustancias tóxicas, tanto para humanos durante la actividad recreativa en las aguas como para la biota que habita en ellas, es decir, considerando entonces ambos usos del recurso. Entre las sustancias tóxicas estudiadas se incluyen el arsénico (un contaminante de origen natural presente en aguas tanto superficiales como subterráneas), metales pesados y pesticidas cuyo origen es antrópico, es decir asociado a las actividades humanas, principalmente a la agricultura.
Estos estudios de riesgo, como se mencionó, se realizaron considerando el uso recreativo con contacto directo en bañistas. Para realizar este tipo de estudios es importante conocer, además de las concentraciones en el agua de las sustancias peligrosas, los patrones de baño de los distintos grupos de bañistas por lo que se tuvieron que realizar estudios teniendo en cuenta la edad y sexo de los mismos, encontrando que a pesar de que la concentración del tóxico es la misma, el riesgo es diferente entre distintos grupos etarios y sexos. De igual manera, con relación a la biota se realizaron estudios de riesgo ecológico en los que se aplica una metodología similar.
En base a los estudios de riesgo humano y ecológico realizados en el IHLLA se desarrolló otra herramienta de evaluación de la calidad del agua que se denomina DelAzulPestRisk. Esta no sólo tiene en cuenta ambos tipos de riesgos sino ciertas características de peligrosidad ambiental de las sustancias tóxicas como ser su movilidad (la capacidad de las sustancias de migrar entre compartimientos ambientales, por ejemplo, del agua a los sedimentos, o de estos a la biota, etc.), la persistencia (la durabilidad de las sustancias en el ambiente) y la capacidad de bioacumulación (la tendencia de las sustancias a ingresar dentro de los organismos y acumularse). Esta herramienta funciona para predecir el nivel de gravedad de la contaminación comparando entre los contaminantes y sus efectos, permitiendo priorizar políticas de gestión, etc.
Otra herramienta de evaluación de la calidad del agua se relaciona con el uso consuntivo animal, específicamente, para el ganado vacuno para producción cárnica. Bajo la forma de un análisis de riesgo para ganado que bebe agua con sustancias tóxicas en ella, este estudio se lo realiza en función de la importancia que presenta la actividad ganadera en la cuenca del arroyo del Azul.
En resumen, en el IHLLA se están llevando adelante estudios que no sólo proveen de información de calidad del estado del agua superficial a partir de los monitoreos de las cuencas hídricas sino que también intentan "mejorar" la evaluación de esa calidad en función de los usos de las mismas apelando a herramientas de evaluación novedosas.
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