El Laboratorio de análisis de suelos: ¿diagnóstico productivo y pesquisa ambiental?
En la percepción de numerosas culturas originarias el suelo es fuente de vida, y en él se cierra el círculo de la misma al recibir los restos de numerosas formas vivientes (plantas y fauna del sitio) para que moradores del suelo como hongos y bacterias los descompongan, acompañando aquel bíblico ¨polvo eres y al polvo tornarás¨… De esta forma se proporcionan nutrientes a otros seres que viven en él, como las plantas de las cuales obtenemos nuestros alimentos y alimentamos los animales de los que nos nutrimos, ciclando algunos elementos relevantes para la vida como el carbono, el nitrógeno, el fósforo, el azufre, el calcio, y otros nutrientes.
Así es que, desde el punto de vista productivo, y con ayuda de los Laboratorios de Análisis de Suelos, nos interesa investigar cómo un suelo o grupo de suelos que se pueden encontrar en una parcela de tierra sirven entonces como anclaje para las raíces y cómo se comportan como proveedores de agua y nutrientes para las plantas que crecen en ellos.
¿Qué herramientas tenemos para ello?
Pues bien, para conocer esta dimensión productiva de los suelos se toman muestras a campo (trabajo esforzado por cierto, lo que se cree determina en parte el bajo número de muestras que se realizan en el país en general). Una vez arribadas las muestras al laboratorio, muchas de las determinaciones de rutina se dedican a caracterizar la oferta de nutrientes esenciales para las plantas como por ejemplo el nitrógeno y el fósforo. Interesan también la capacidad de retener y transmitir agua, que depende en mucho de la textura, es decir, del tamaño de las partículas minerales o inorgánicas, y también del contenido de materia orgánica, que tiene su origen en los restos descompuestos y estabilizados de material muerto que llega al suelo. La acidez o alcalinidad del suelo como medio o sustrato de crecimiento (¿se acuerdan del pH?) y el contenido de sales, condicionan también el comportamiento de las plantas y de los nutrientes en el suelo.
Más allá de caracterizar al suelo como medio productivo, los mismos análisis permiten deducir cómo un suelo en particular ha sido utilizado por los productores, y correlacionar estadísticas de uso de la tierra a nivel regional con evaluaciones de propiedades del suelo (ésta es una forma de hacer pesquisa ambiental, o entender que está pasando con los sistemas de producción y el mantenimiento adecuado o no de las funciones del suelo). De alguna manera podemos ver el impacto sobre los suelos de las distintas maneras de producir…
¿Qué ejemplos se pueden ver en nuestra región acerca de la información de impacto que dan los análisis de suelos?
Muchas de estas relaciones ¨uso-impacto¨ se establecen sobre los datos obtenidos para la capa superficial del suelo, que es la que recibe la energía y registra los cambios de configuración de agregados o terrones de las labranzas, los restos vegetales cuando un cultivo es cosechado (debido a que las cosechadoras no extraen todo) y los fertilizantes (materiales concentrados en nutrientes, muy solubles en general).
Así es que, la menor presencia de cultivos como el maíz, y la mayor frecuencia de soja en las secuencias de cultivos, se pueden trazar, por ejemplo, en la declinación paulatina de la materia orgánica del suelo en la capa superficial, declinación que podría ser compensada en caso de producción bajo siembra directa. La siembra directa, o si se quiere la no labranza, o labranza cero, implica la apertura de un surco por donde caen la semilla y el fertilizante como toda remoción. La presencia de leguminosas como soja, resulta también en una mayor acidez del suelo por la mayor extracción de cationes (calcio, magnesio, potasio). La mayor acidez se debe también al mayor uso de fertilizantes de base amoniacal (urea principalmente), en cultivos como el trigo, el maíz y el sorgo; esta acidificación suele observarse con más ¨nitidez¨ en siembra directa en contraposición a distintas formas de laborear el suelo, por la misma ausencia de mezclado.
¿Todo es negativo en relación a la mayor presencia de agricultura en nuestros suelos?
No. Los niveles actuales relativamente más elevados de fósforo respecto de hace dos décadas indican el mayor uso agrícola de la tierra. Esto se traduce en el agregado de este nutriente de manera de ir construyendo un ¨nivel de suficiencia¨ a partir del cual sólo se repondría al suelo lo que extrae el cultivo sembrado… Por una vez la intensificación agrícola deja algo bueno detrás, aunque no todos los productores han hecho esta inversión en el suelo…y este incremento paulatino será tomado como benefiicoso mientras no se exceda la capacidad de retención del suelo y se impacte entonces negativamente la calidad de aguas superficiales (lagunas y arroyos, básicamente)…
¿Qué otras formas de ¨trazado¨ o ¨pesquisa¨ conocemos en relación a los suelos?
El segundo tipo de pesquisa que podemos comentar refiere a la ¨memoria¨ o capacidad de registro del suelo que sirve para documentar la disposición en él más o menos controlada de ciertos residuos de actividades agrícolas u otras actividades humanas. Estos residuos pueden ser más o menos contaminantes, y su presencia puede ser o no ¨remediada¨ o ¨procesada¨ por el suelo que es una activa matriz de reacción. Esta matriz puede actuar reteniendo compuestos en la superficie de minerales y de la materia orgánica, puede descomponer compuestos gracias a la presencia de microorganismos, o bien puede actuar más pasivamente en algunos casos al enlentecer el paso del agua y las sustancias en ella disueltas hacia el nivel de agua subterránea más cercano. Algunos herbicidas pueden ser retenidos y trazados en el suelo, así como los metales pesados que a veces traspasan las membranas de rellenos sanitarios o las descargas de materia orgánica y nutrientes que aportan efluentes y estiércol en tambos y feedlots. En todos estos ejemplos es difícil ¨borrar¨ la memoria del suelo, y se lo usa como ¨testigo¨ de actividades que pueden haber puesto en riesgo la calidad del ambiente.
Y hay más!
El último ¨trazado ambiental¨ que podemos mencionar aquí es el que permite la reconstrucción a través de rasgos del suelo, del paleoclima, es decir el clima (y en consecuencia la posible vegetación) del pasado. Un ejemplo claro de esto es la presencia de tosca, una capa de color claro y generalmente muy difícil de traspasar con la pala, que se suele ver en el subsuelo, y como piso de caminos, que es herencia de una clima árido, que contrasta con el resto del suelo que se encuentra por encima, formado en condiciones más húmedas. En esta reconstrucción ayudan la mineralogía, la palinología (o estudio del polen), la presencia de fósiles (generalmente escasa), el empleo de isótopos estables, e incluso la búsqueda de material genético de microorganismos que han vivido en algunos horizontes del suelo a medida que éste se formaba.
¿Qué más podemos aportar?
Desde el Laboratorio de Análisis de Suelos de la Facultad de Agronomía de la UNICEN desarrollamos actividades de servicio e investigación que nos acercan a todas estas formas de indagar a los suelos, y siempre estamos buscando otras herramientas para nuevas respuestas… ¡Los esperamos para atender sus inquietudes!
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