Entre el saber adquirido y el saber requerido
Pensando en las problemáticas y desafíos en la enseñanza y el aprendizaje de las Ciencias Naturales en general y de la disciplina Química en particular, en la formación docente, podría decir que en los últimos años se ha evidenciado una brecha importante entre el saber adquirido y el saber requerido.
El siglo XXI que nos toca transitar nos enfrenta a desafíos conceptuales, tecnológicos y sociales que exigen la adquisición de competencias impostergables; entendiendo por competencias al conjunto de conocimientos, de habilidades y de actitudes que se aplican en el desempeño de una profesión. Las competencias del profesional de la docencia se pueden concebir como lo que han de saber y saber hacer los profesores para abordar de manera satisfactoria los problemas que la enseñanza les plantea.
Cabría preguntarse entonces, ¿por qué insistir en la desarticulación de los contenidos? En la mayoría de los programas de formación docente se sigue evidenciando la sumatoria de saberes separados y hasta cierto punto aislados; cursos de química por un lado y formación psicopedagógica por el otro; teoría separada de la práctica; evaluación como broche. Sin embargo, se espera que el futuro docente desarrolle la capacidad de contextualizar e integrar.
“El docente debe recuperar saberes previos”, pero ¿se ejercita la recuperación de saberes previos en la formación docente con vistas a organizar situaciones de enseñanza? ¿Se valoran los saberes no formales e informales adquiridos?
Sería esperable que el formador de formadores enseñara enseñando, que su forma de enseñar los contenidos disciplinares fuera afín a su propuesta didáctica y que facilitara a los profesores en formación la integración de los conocimientos. No obstante, se enseña y se aprende en forma segmentada, se separan las disciplinas y se ignora la interdisciplina.
Pensando en la interdisciplina siempre me gustó cuestionar: ¿a quién “pertenece” la fotosíntesis? Me imagino un encuentro entre biólogos, químicos y físicos disputándose su intervención en este fenómeno que viene estudiándose desde el siglo XVIII. Los biólogos dirían que ellos deben enseñarla porque tiene que ver con el desarrollo de vida; los químicos por su parte harían hincapié en las reacciones químicas que se producen y compartirían algo de crédito con los físicos por los procesos fisicoquímicos que se suceden; los físicos por su parte tal vez dirían que sin luz, nada de eso ocurriría…
Hoy día no cuestionamos la interdisciplinaridad de la nanotecnología, la necesidad de trabajar en equipos aportando los saberes de manera colaborativa, sin embargo seguimos viendo por separado la fotosíntesis en los planes de estudio de biología y de química y ni se mencionaba en física hasta que se descubrió recientemente que las plantas utilizan mecánica cuántica para aprovechar hasta un 95% de la luz solar en la fotosíntesis. Al parecer, la relación entre la luz y los sistemas digestivos de las plantas que transforman esta en energía para ellas, puede enseñarnos maneras de ahorrar y producir en el futuro energía limpia y renovable.
Es fundamental interpretar la ciencia como una actividad humana, de construcción colectiva, que forma parte de la cultura y está asociada a ideas, lenguajes y tecnologías específicas.
Resulta necesario participar del proceso de alfabetización científica que supone la adquisición de destrezas que posibiliten la incorporación no sólo de saberes, sino el estar en condiciones de profundizar y ampliar el campo de conocimientos durante toda la vida. Saber leer, escribir y contar eran herramientas indispensables de lo que durante décadas se ha considerado la alfabetización. Hoy día sin embargo, es indispensable incluir competencias científicas y tecnológicas a la alfabetización básica que aseguren que los ciudadanos puedan desempeñarse con éxito. El mundo actual requiere de ciudadanos con sentido crítico, capaces de preguntarse sobre el sustento de algunas afirmaciones y de buscar autónomamente información para formarse una opinión racional y valedera de manera que puedan participar con conocimiento de causa en los debates y en la toma de decisiones que los involucren. En la sociedad del siglo XXI, la ciencia y la tecnología juegan un papel cada vez más importante, incluso en el desarrollo de actividades recreativas.
La Ley Nacional de Educación N° 26.206 sancionada en 2006, en el Titulo VI: La calidad de la educación, Capítulo II, Artículo 88 menciona que: “El acceso y dominio de las tecnologías de la información y la comunicación formarán parte de los contenidos curriculares indispensables para la inclusión en la sociedad del conocimiento.”
Aparecen enunciados en esta ley cuestiones que han planteado serios desafíos en la educación en Química: la incorporación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) como parte de los contenidos curriculares y la inclusión en la sociedad del conocimiento.
En la Universidad Nacional del Sur, si bien se ha ido avanzando en este aspecto, la realidad muestra que no muchas cátedras promueven una intervención dinámica de las tecnologías. En tal sentido, fue necesario crear una asignatura de carácter optativo que busca desarrollar en los alumnos del Profesorado en Química o afines las competencias necesarias para que en su desempeño docente puedan integrar las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) como recurso didáctico a los procesos de enseñanza y de aprendizaje y a la evaluación de contenidos disciplinares. Se discute el rol de la tecnología en la sociedad actual, su impacto en la educación, los modelos actuales de informática educativa y de inserción de tecnología en el aula. Se trabaja con entornos virtuales, plataforma Moodle, diseño de blogs, wikis, webquest, páginas web, editores de video, de texto, de presentaciones, etc. A través de las distintas producciones se promueve la autonomía y el trabajo colaborativo de los futuros docentes.
Con respecto a la inclusión en la sociedad del conocimiento, me gustaría compartir la experiencia vivida en nuestra universidad ante el ingreso de un alumno ciego a la carrera de Licenciatura en Ciencias Biológicas.
En ciencias, las dificultades en el paso de la teoría a la práctica demuestran que la educación para todos, basada en la equidad y la inserción incondicional, constituye un desafío que demanda en los docentes: competencias estratégicas, innovación y creatividad.
Como formadora de formadoras/es desde la Didáctica Especial en Física y en Química y a partir de la experiencia de incorporar a este alumno ciego en clases prácticas de laboratorio de Química en la UNS, es que me gustaría poner en debate los siguientes cuestionamientos. ¿Se forma en la inclusión? ¿Estamos preparados para hacerlo? ¿Cómo debe posicionarse un/a docente para promover la educación inclusiva? ¿Se trabaja en los distintos profesorados en la generación de recursos didácticos que aseguren los mismos derechos educativos a estudiantes con discapacidad? ¿Los planes y los contenidos preparan para estas realidades?
En esta instancia y ante el desafío de equidad e inserción incondicional en carreras científico-tecnológicas de estudiantes con deficiencias, sería interesante reflexionar acerca de nuestra posición, ¿somos barreras o agentes de cambio?
Los relatos de los docentes y de los estudiantes que participaron de esta experiencia, revelan que la misma resultó muy enriquecedora para todos. Se superaron miedos, se derribaron muros y se logró combinar innovación y creatividad en las estrategias didácticas utilizadas las cuales contribuyeron al aprendizaje significativo de los conceptos aprendidos por todos los estudiantes del curso. No necesariamente “percibir” es “ver”. Las prácticas adicionadas introducidas en el intento de hacer que este alumno especial “vea” lo que sucedía en las experiencias de laboratorio y en las clases de problemas, logró hacer que el resto de los compañeros también “vea”. La revisión de las metodologías empleadas que exigió el hecho de tener un estudiante ciego en el curso de Química aportó mucho a las necesidades de los otros; se pudo comprobar que los cambios incorporados y el nivel de descripción desarrollado en la explicación de los conceptos eran necesarios incluso para los videntes.
El ingreso y permanencia, en la actualidad, de un alumno ciego en el cursado de la carrera Licenciatura en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional del Sur constituye un enorme desafío en el que conviven las dudas y las resistencias que aún perviven con respecto a la inclusión y que se evidencian aún en mayor medida en la educación superior.
Por último me gustaría comentar la experiencia que vienen desarrollando en investigación estudiantes de Profesorado en Química de la UNS de acuerdo a los desafíos que plantean las actuales necesidades formativas. Entre los objetivos del proyecto que dirijo, se propone promover la investigación en los estudiantes de formación docente, incentivando la actitud crítica y observadora frente a la incorporación de nuevos conceptos científicos, favoreciendo el desarrollo integral del estudiante en los diferentes ámbitos que constituyen su vida personal y su futuro laboral. Los estudiantes realizan su investigación en el marco del enfoque Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS). Esta línea de trabajo académico y de investigación tiene por objetivo el estudio de la naturaleza social del conocimiento científico-tecnológico y su incidencia en los diferentes ámbitos económicos, sociales, ambientales y culturales. Dentro de los distintos planes de trabajo propuestos, el objetivo general es lograr, a través del enfoque CTS de la enseñanza de la química, la democratización del conocimiento científico y tecnológico.
Se ha podido comprobar que los estudiantes desarrollan mejor su compresión conceptual y aprenden más sobre la naturaleza de las ciencias y cómo transmitirla cuando participan en investigaciones científicas, con suficientes oportunidades y apoyo para la reflexión.
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