Importancia del suelo en la producción mundial de alimentos, en la disminución de la pobreza y en la seguridad alimentaria
El constante aumento de la población mundial genera un desafío a nivel productivo y social de manera de poder garantizar la alimentación adecuada de cada uno de los individuos que habitan y que puedan habitar este planeta. La perspectiva poblacional para el año 2050 es de 9000 millones de personas, en el marco de una realidad actual donde el 95% de los alimentos que consume el hombre provienen del suelo y en donde sería necesario un incremento del orden del 60% en la producción de alimentos para poder satisfacer las necesidades mundiales de los próximos años. La población actual del planeta es de 7300 millones de personas, donde según estadísticas de la ONU, 2200 millones de personas son pobres, y en donde 805 millones de habitantes no disponen de suficientes alimentos para llevar una vida saludable y activa. Esto plantea que no sólo se trata de aumentar la producción de alimentos, sino que también se debe mejorar el acceso a los mismos, ya que en un mundo donde hoy sobran los alimentos, tener alrededor de un 10% de la población con problemas de nutrición habla de la mala distribución que se hace de los mismos, donde pocos tienen mucho.
La expansión de la frontera agrícola es limitada para cumplir con la demanda creciente de alimentos, por lo que, es primordial elevar la producción de alimentos por unidad de superficie. Los avances en biotecnología, en genética, en desarrollo de agroquímicos, fertilizantes y biofertilizantes permite el diseño de una nueva estrategia de producción que favorece el incremento de los rendimientos por unidad de superficie. Sin embargo, esta mayor presión de uso de los recursos naturales exige que se haga de un modo más eficiente, y de la mano de prácticas de buen uso y manejo de los mismos, en particular del suelo; ya que el avance del deterioro del mismo traería aparejado una sostenida disminución de la capacidad productiva de las tierras, poniendo así en riesgo la seguridad alimentaria del mundo.
En amplias regiones del planeta la pérdida de productividad de los suelos por efecto de la degradación va en aumento; hoy el 33% de la tierra se encuentra altamente degradada y el 44% con una degradación intermedia; observándose en tales casos, balances negativos de materia orgánica y nutrientes, incremento de la erosión tanto hídrica como eólica, compactación, contaminación, salinización, desertificación, entre otros; todos factores que pueden ocurrir en forma combinada y en donde el hombre a través de su accionar tiene un rol fundamental en el desencadenamiento de los mismos.
El suelo es un recurso natural limitado, no renovable, y su pérdida no es recuperable en el marco temporal de la vida humana, por lo que los daños ocasionados en el presente condicionan la vida de generaciones futuras. De no revertir esta tendencia, se incrementará la escasez de alimentos en algunas regiones del mundo. Este aumento de la brecha entre la demanda y la oferta de alimentos, generalmente lleva a aumento de precios, y a incrementar la pobreza, la marginalidad, el riesgo de contraer enfermedades, la ocurrencia de conflictos bélicos por los recursos, en donde los países más pobres y con tierras menos productivas serán los más vulnerables ante esta situación.
En este escenario mundial el productor agropecuario debe ser acompañado desde los distintos estamentos del Estado, con políticas que promuevan, fomenten y aseguren el buen uso del suelo y controlen y/o prevengan la ocurrencia de procesos de degradación de tierras. La falta de políticas de largo plazo que garanticen su cuidado y buen manejo, va en contra de lograr un aumento de la productividad sostenida en el tiempo. Deben existir regulaciones que garanticen la mantención de los recursos para las próximas generaciones a nivel mundial, ya que éste no es un problema que afecte a un país aislado, sino que es un problema de alcance mundial. Es necesario un cambio de paradigma en donde se deje de lado la visión individual de corto plazo, y se cambie por acciones planificadas pensando a futuro, tareas que son de difícil logro en un mundo donde los ritmos de vida son cada vez más acelerados y en donde lo inmediato está cobrando más importancia.
Solo trabajando en esta problemática con políticas a largo plazo, con la unión de los diferentes países de las distintas regiones del mundo, es que se podrá cumplir con la gran tarea de alimentar a los 9000 millones de personas que habitarán el plantea dentro de 35 años. Pero si seguimos degradando los recursos naturales, pensando que estos son ilimitados, sin darnos cuenta de los condicionamientos futuros que se generan por la decisiones tomadas en el presente, se pondrá en mayor riesgo la producción de alimentos en el mundo y en consecuencia la vida misma del hombre. Como habitualmente ocurre, los grandes problemas de la humanidad tienen su origen en pequeños problemas que podrían ser fácilmente solucionables pero que cuesta verlos en un primer momento, y que si no se toman acciones oportunas se hacen tan grandes que quedan delante de nuestros ojos, ahí los vemos pero los daños ya están producidos y la solución es cada vez más compleja. No cuidando el suelo se pueden llegar a desencadenar grandes problemas que pongan en riesgo a la humanidad, por lo que es necesario tomar conciencia de la fragilidad del sistema; de nosotros depende afrontar los problemas o dejar que estos nos superen.
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