La educación ambiental para concientizar sobre los residuos tecnológicos
El avance tecnológico en las últimas décadas nos ha permitido realizar numerosas actividades que antes eran impensadas. En pocos años pasamos por ejemplo de un teléfono celular, bastante pesado y que solo permitía hablar a uno que hoy tiene un peso pluma y que tiene incorporadas funciones que exceden a la función de comunicación, como son la inclusión de cámaras fotográficas, etc.
Pero este desarrollo tecnológico no es gratuito, el avance continuo está asociado a que nos desprendernos continuamente de los objetos, generando montañas de residuos tecnológicos cada vez más grandes.
Cuantas veces nos ocurrió que al querer “arreglar” o “mejorar” la capacidad de una computadora de escritorio nos dijeron… y te conviene comprar una nueva. La cuestión es era realmente necesario? Quién o cómo decidimos cuando es necesario. Realmente en todos los casos el cambio deviene de una necesidad o en un alto porcentaje se relaciona al hecho de tener lo último en tecnología o de dejarse llevar por el vendedor o simplemente por el marketing. Por otro lado ese equipo tecnológico desechado por uno nuevo dónde termina. A veces es reutilizado por alguna institución, familiar, etc., pero que seguramente solo extenderá su vida útil un leve tiempo más, de todas formas en la mayoría de los casos terminará rápidamente aumentando la pila de basura tecnológica que el planeta debe soportar cada vez más.
Qué podemos hacer frente a esto? Puede el hombre abstenerse de este consumo? Está mal consumir? Si bien, y por suerte, existen excepciones, la sociedad en general seguirá consumiendo compulsivamente empujados por un modelo de crecimiento económico que se basa en un alto consumo relacionado a una rápida obsolescencia de los productos fabricados. Hoy todo tiene tantas horas de vida de útil, televisores, lamparitas, etc.
En este punto nos encontramos con dos situaciones distintas, que el producto tecnológico no funcione más o que lo quiera cambiar por uno nuevo, “mejorado”. En el primer caso no hay muchas vueltas y a veces puede relacionarse a cambios en un software, por ejemplo para actividades laborales que implican necesariamente un cambio. Por ejemplo un arquitecto que necesite mejorar la calidad gráfica o instalar un programa más pesado y necesita un equipo mejor.
Pero en el segundo caso, el cambio “porque hay algo nuevo”, situación que se da fuertemente, principalmente en los países desarrollados, pero en el resto del mundo también, aunque en menor escala por obvias razones financieras, puede ser repensado y reflexionado.
La cuestión es, como convencernos que no es necesario comprar aquello que nos ofrecen usando todas las herramientas de la publicidad?
Bueno, esta es la parte que resulta imposible de cambiar, pero como decía un “sabio” llamado Mario Moreno Reyes (Cantinflas), lo difícil es lo que puedo hacer rápidamente y lo imposible es lo que me lleva un poco más de tiempo.
En esto debe enfocarse hoy la humanidad, es necesario concientizar sobre la problemática de los recursos tecnológicos, aunque parezca una tarea imposible, y para esto es necesario pensar en como reducir el consumo de estos productos, reflexionando realmente cuales son nuestras necesidades.
Por supuesto que este no es el único paso, también es necesario actuar sobre otras cuestiones como por ejemplo, dónde depositamos los residuos tecnológicos? Qué riesgos tiene una eficaz disposición final, etc.
Pero volviendo al tema de la concientización, es la educación ambiental, la herramienta que debe utilizarse. Implica educar en acciones, en valores. Se trata de buscar las formas para que vayan cambiando las actitudes y los comportamientos del hombre.
Pero cuándo empezar? Bueno debemos empezar desde los más pequeños, cambios de comportamientos posteriores son posibles pero mucho más complicados. Es en la edad más temprana cuando se dejan los rastros más profundos que tal vez no se manifiesten inmediatamente, ocultos por el funcionamiento del resto de la sociedad, del accionar de los adultos, pero seguramente estará latente y cuando ese individuo tenga más capacidad de decisión, si la educación ambiental realmente entró en su conciencia para hacerle ver qué esta bien y qué cosa posiblemente deba pensar, entonces esa persona actuará.
No existen recetas mágicas en este sentido, así como la publicidad nos “bombardea” todo el tiempo, desde internet, tv, celular, diarios, carteles luminosos, etc., los programas de educación ambiental deberán “bombardear” de la misma forma la mente de las personas. Esto no se trata de una guerra, pero si de la persistencia, así como cuando nos quieren vender algo insisten e insisten, con la concientización de las personas sobre esta cuestión particular de los residuos tecnológicos debemos hacer lo mismo.
No implica no consumir, sino hacerlo de forma responsable. No se trata de no innovar tecnológicamente, sino de utilizar la tecnología responsablemente y de comenzar a pensar con mayor fuerza, de lo hecho hasta ahora, de una forma más social o no de manera individual, esta tal vez sea la mayor paradoja de estos tiempos, vivimos en un mundo cada vez más interconectado y estamos supercomunicados, pero pareciera que actuamos con un mayor individualismo. Cuántos hemos leído sobre el coltan (columbita-tantalio), la guerra en el Congo y el uso de este mineral en artefactos como los smartphones? La información está, pero no hacemos nada. En este punto es donde entra la educación ambiental, la información ambiental esta disponible y al alcance de la mano de casi cualquiera, la cuestión pasa por lograr hacer algo con esta, es decir que esa información de paso a una nueva forma de pensar nuestro mundo, a la sociedad y su relación inevitable con los residuos tecnológicos.
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