La química está en todas partes
La Asamblea General de la ONU proclamó al 2011 como el Año Internacional de la Química para difundir el impacto de esa ciencia en los modos de vida y el bienestar de la humanidad.
La Química es una de las Ciencias de la Naturaleza que toca casi todos los aspectos de nuestra vida, nuestra cultura y nuestro entorno. Por ello es tan importante la difusión de sus hallazgos y, en especial, la reflexión crítica sobre su enseñanza. En este último sentido, quienes poseemos una larga experiencia como docentes renovamos en este año nuestro compromiso profesional realzando la incidencia de la Química en el tratamiento de los problemas más acuciantes de nuestra sociedad.
La Química estudia la naturaleza de la materia, sus propiedades, características, cambios y/o transformaciones. Cuando se trata de enseñarla, diferentes modelos didácticos imponen sus lógicas y hasta a veces conviven –con no pocas contradicciones- en las aulas. Es por eso que debe incluirse en el contenido a enseñar una adecuada selección de los conceptos y teorías permeados por la historia de la disciplina y la naturaleza de la ciencia, sin descuidar el desarrollo de destrezas intelectuales, experimentales y de resolución de problemas, tendiendo a que los estudiantes sean capaces de aplicar los conocimientos y transferirlos a distintos contextos. Vale decir, trascender ampliamente la mera información o descripción fenomenológica y el uso de expresiones simbólicas, vacías de significado, para ir introduciendo el nivel simbólico como un modo de comunicación que respete convenciones internacionales.
Para que el estudiante pueda dar significado a lo que aprende, se debe focalizar la enseñanza en las relaciones que existen entre la estructura de las sustancias y sus propiedades, trabajando de manera coordinada entre los niveles de descripción macroscópica, interpretación microscópica y representación simbólica. Esto justifica la inclusión paulatina de la modelización, es decir la utilización de un modelo de estructura de la materia que vaya ajustándose en complejidad y representatividad.
Además, es preciso ofrecer una imagen actualizada y dinámica de la ciencia como construcción social, destacando su dimensión humana y sus interrelaciones con la tecnología. Así concebida la actividad científica, los estudiantes pueden analizarla, desarrollar posturas críticas sobre la misma y consecuentemente tener una interacción responsable con el medio natural y social.
Si bien puede resultar un lugar común sostener que “la Química está en todas partes”, esas palabras encierran una verdad que podemos corroborar en nuestra experiencia más inmediata. Nuestro propio cuerpo, por ejemplo, es un continente de procesos químicos. Mientras respiramos, nos alimentamos, descansamos, crecemos, experimentamos emociones e incluso pensamos, estamos siendo reactores químicos ambulantes. También nuestra vida como seres sociales depende de objetos y productos debidos a descubrimientos químicos. La Química es, por ello, una ciencia tanto experimental como social; una disciplina cuyos hallazgos han permitido ahondar en cuestiones tan diversas y complejas como, entre otras, el mapeo genético de las distintas especies, el cambio climático, el cuidado de los recursos naturales no renovables, la alimentación de la población mundial, las apremiantes cuestiones sanitarias, los desafíos de la producción energética, el transporte, las leyes de los medicamentos -con las problemáticas políticas sociales y económicas implícitas-, el desarrollo de la Biología Celular y Molecular desde mediados del siglo pasado y lo que nos augura el siglo XXI respecto a los avances de la Neurociencia.
Asumo la necesidad de presentar propuestas educativas, tanto para los niveles obligatorios de la enseñanza como para el nivel superior, destinadas a poblaciones diversas que contribuyan al desarrollo de las competencias necesarias para la formación de ciudadanos activos, autónomos, críticos, responsables y participativos desde una perspectiva centrada en la solidaridad, el respeto, la responsabilidad y en el marco de una sólida alfabetización científica. Garantizar la popularización de la ciencia en general y de la disciplina que nos ocupa en particular en el marco de la equidad, la inclusión social a través de la inclusión educativa y de concebir a la educación como un derecho humano fundamental.
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